viernes, 14 de agosto de 2009

¿Cuál es tú excusa?

Camilo Cruz escribiendo sobre las excusas plantea sobre ellas que "Tus amigos no las necesitan y tus enemigos no las van a creer de todas maneras, entonces para que darlas... Sin embargo, todos los días escuchas personas dando excusas por todo". Esa es una verdad que no se puede obviar, siempre se tiene una excusa, un pretexto, un alegato que justifica lo que se dejó de hacer o lo que se hizo mal (porque a diferencia de lo que se hace bien, para esta última nunca se buscan excusas) "No se imprimió el trabajo porque la impresora no tenía tinta, además el pendrive se dañó", "llegué tarde a mi compromiso porque ni los taxis, ni los carritos por puesto pasaban", "No he ido a la cita médica, porque he tenido mucho trabajo", "no he empezado la dieta, porque es que mis compañeros de trabajo me tientan mucho" y en el peor de los casos "este es mi destino, no puedo hacer nada.." y pare de contar, siempre tenemos una frase que justifica nuestros actos no esperados.

Pero como dice la frase muy bien escrita por Camilo Cruz al principio de este artículo, las excusas son justificaciones que no son necesarias, no merecen la pena ni gastar energías, ni mensajes formulándolas y explicándolas, porque al final de la narración a nuestros amigos no les importan la causas del porqué hicimos o dejamos de hacer algo (Simplemente son nuestros amigos, no las necesitan) y nuestros enemigos no la creerán (no les importan).

Entonces... ¿Para quién creen ustedes que realmente serán las excusas?, ¿A quién realmente le son necesaria?, pues sí, son realmente y únicamente necesarias para quienes las emiten, necesarias para justificar la irresponsabilidad, la falta de planificación, de organización, de toma de decisiones en un momento determinado, en fin las excusas son justificaciones que decimos a otros con la única intensión que nosotros mismo creamos en ella para aliviar nuestra falta.

Hace poco un amigo me narró una metáfora que contaba algo así... "Había una vez un hombre que estaba en un cuarto donde habían varias puertas, pero él deseaba inmensamente abrir una de ellas, para hacerlo le imprimía toda su fuerza y al no poder exclamaba -Dios ayúdame, por favor- pasaron los días, los meses, los años y ese hombre seguía intentando abrir la misma puerta y gritando a toda voz -Dios por qué me abandonas, ayúdame abrir la puerta, es lo único que te pido-. Al tiempo el hombre muere de viejo y al llegar al cielo vio a Dios y le reclamó... -Tú ¿Por qué nunca me diste nada?... por tu culpa perdí mi vida dándolo todo para abrir esa puerta y nunca me ayudaste... ¿Por qué me abandonaste?-, Dios le respondió -yo siempre estuve allí, del lado contrario de la puerta, colocando mi dedo para que no pudieses abrirla-, -¿Cómo?... ¿tú eras quien la cerraba en vez de abrirla?- respondió y pregunto iracundo el hombre, -Sí... porque detrás de esa puerta estaba el infierno... y tú merecías otra cosa, tú tenías otras oportunidades, otras puertas a tu alrededor y nunca volteaste a ellas-

Y prosiguió, -Yo te regale unos de los dones más grandes que tiene cualquier ser vivo el Libre Albedrío así que fue tú decisión no vivir, no aprovechar otras oportunidades, no disfrutar de otros caminos, fue tú decisión y no la mía". Sin importar de dónde nos llega el don del libre albedrío (si de un ser superior, o es una cualidad innata del ser humano), lo importante es entender que cada ser humano lo tiene, entonces así podremos aceptar que las excusas, son sólo palabras y letras muertas para justificar nuestras propias decisiones, así que ahora te invito a pensar y a responder ¿Cuál es tú excusa?

Publicado en NotiTarde La Costa el 14 de Agosto de 2009

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