La noche antes de sentarme a escribir el artículo de hoy vi en un programa de televisión la entrevista que le hacían a un reconocido personaje de la farándula de nuestro país. Realmente no importan los detalles de quién es, dónde fue, ni todo lo que dijo; lo que me sorprendió y es lo que quiero compartir con ustedes es la respuesta que dio ante la solicitud del entrevistador de que hablase sobre sus amores, a lo que él dijo tajantemente: "Yo nunca me he enamorado". Mi sorpresa fue tal, que creí no haberlo escuchado bien, pero el entrevistador también sorprendido dijo: "¿Cómo?". Y el entrevistado repitió: "Yo nunca me he enamorado; es más, creo que no nací con esa capacidad".
Tengo que confesar que esta respuesta jamás pensé escucharla decir de un ser humano adulto, pues siempre he creído, de hecho como lo plantea Abraham Maslow, que el amor es parte vital del hombre y una de sus grandes necesidades. Por eso me pregunté: ¿Cómo puede un ser humano haber vivido más de 65 años y confirmar no haber amado nunca? ¿Cómo puede alguien vivir sin haber sentido la emoción, el sentimiento más sublime como es el amor? Conforme transcurría la entrevista, descubrí que el entrevistado en su niñez vivió situación familiar de profundo abandono, rechazo y coacción, que pudieran presumir (sin profundidad) su actitud ante el amor. Sin embargo, no me corresponde a mí (y creo que a nadie) juzgar su comportamiento; lo que sí deseo es tomar esta historia de vida como referencia para las reflexiones del día de hoy.
Existen diferentes tipos de amor: amor a sí mismo, amor a la familia, amor a mis amigos, amor a la pareja, entre otros; pero en cualquiera de sus tipos AMAR cuando es sincero, sin pretensiones y sin neurosis es el estado más sublime y perfecto en que puede estar cualquier ser humano.
Ahora bien, el personaje del cual conté en el primer párrafo se refería al amor de pareja, a ese amor lleno de pasión, de locura, de frenesí, ese que impulsa a entregarlo todo, a querer lo mejor para el otro, a desear por momentos que el tiempo se detenga para que no termine el instante sublime que se vive. Son muchos los escritores, los poetas, hasta los científicos que tratan de explicar, describir con palabras y prosas el hecho de amar. Por un lado, existen autores que dicen que es un sentimiento, una emoción, mientras otros explican que amar es una decisión, no un sentimiento, que amar es dedicación y entrega, que amar es un verbo y el fruto de esa acción es el amor, y como fruto de una siembra personal debe tratarse, arrancando lo que hace daño, preparando el terreno, regando, cuidando y abonando día a día.
No importa tanto cuál sea la definición a la cual nos pleguemos; es más, amar quizás sólo en el silencio tenga su mejor definición. Lo importante es el cómo nos sentimos en ese intermedio entre estar enamorado y antes de que termine (en algunos casos) el amor; ese momento cuando amamos y somos correspondidos, es ese estado plácido, de equilibrio, de felicidad profunda que hace que merezca la pena amar, así sea por un tiempo determinado. Un amigo publicó en su facebook la frase de Jacinto Benavente: "si la pasión, si la locura no pasaran alguna vez por las almasÖ ¿qué valdría la vida?". Amigos lectores, y si el amor no pasara aunque sea alguna vez por las almas de cada ser humano.. ¿qué valdría la vida?
Tengo que confesar que esta respuesta jamás pensé escucharla decir de un ser humano adulto, pues siempre he creído, de hecho como lo plantea Abraham Maslow, que el amor es parte vital del hombre y una de sus grandes necesidades. Por eso me pregunté: ¿Cómo puede un ser humano haber vivido más de 65 años y confirmar no haber amado nunca? ¿Cómo puede alguien vivir sin haber sentido la emoción, el sentimiento más sublime como es el amor? Conforme transcurría la entrevista, descubrí que el entrevistado en su niñez vivió situación familiar de profundo abandono, rechazo y coacción, que pudieran presumir (sin profundidad) su actitud ante el amor. Sin embargo, no me corresponde a mí (y creo que a nadie) juzgar su comportamiento; lo que sí deseo es tomar esta historia de vida como referencia para las reflexiones del día de hoy.
Existen diferentes tipos de amor: amor a sí mismo, amor a la familia, amor a mis amigos, amor a la pareja, entre otros; pero en cualquiera de sus tipos AMAR cuando es sincero, sin pretensiones y sin neurosis es el estado más sublime y perfecto en que puede estar cualquier ser humano.
Ahora bien, el personaje del cual conté en el primer párrafo se refería al amor de pareja, a ese amor lleno de pasión, de locura, de frenesí, ese que impulsa a entregarlo todo, a querer lo mejor para el otro, a desear por momentos que el tiempo se detenga para que no termine el instante sublime que se vive. Son muchos los escritores, los poetas, hasta los científicos que tratan de explicar, describir con palabras y prosas el hecho de amar. Por un lado, existen autores que dicen que es un sentimiento, una emoción, mientras otros explican que amar es una decisión, no un sentimiento, que amar es dedicación y entrega, que amar es un verbo y el fruto de esa acción es el amor, y como fruto de una siembra personal debe tratarse, arrancando lo que hace daño, preparando el terreno, regando, cuidando y abonando día a día.
No importa tanto cuál sea la definición a la cual nos pleguemos; es más, amar quizás sólo en el silencio tenga su mejor definición. Lo importante es el cómo nos sentimos en ese intermedio entre estar enamorado y antes de que termine (en algunos casos) el amor; ese momento cuando amamos y somos correspondidos, es ese estado plácido, de equilibrio, de felicidad profunda que hace que merezca la pena amar, así sea por un tiempo determinado. Un amigo publicó en su facebook la frase de Jacinto Benavente: "si la pasión, si la locura no pasaran alguna vez por las almasÖ ¿qué valdría la vida?". Amigos lectores, y si el amor no pasara aunque sea alguna vez por las almas de cada ser humano.. ¿qué valdría la vida?
Publicado en Notitarde La Costa el 18-09-2009